A punto de cumplir lo 100 años, la diseñadora estadounidense, pintoresca en todos sus frentes, es un verdadero fenómeno, que incluye un documental de Netflix, emojis… propios y fans en todo el mundo. Su mejor frase: “Me convertí en una estrella geriátrica”.
Iris es una personalidad inclasificable convertida en una influencer de 99 años, con un millón y medio de seguidores. Ligada al mundo de la moda, su imagen siempre identificada a unos anteojos gigantes y llena de accesorios coloridos, trasciende el rubro. En 2014, el director Albert Maysles estrenó el documental Iris, que indaga en su historia y su peculiar personalidad. El filme pasó por el Festival de Cine de Nueva York y al año siguiente llegó a Netflix.
¿Cuál es el secreto de su éxito? Ella dice que es su curiosidad, una característica que no ha dejado de ejercer en toda su vida, y que la hizo romper moldes y estereotipos desde el comienzo de su carrera, ya no sólo con su estilo personal, sino con la firma de textiles y diseño interior que creó junto a su marido Carl, Old World Weavers, cuyo carácter diferente la llevó a tener clientes como Greta Garbo, Patricia Nixon y Estée Lauder y a decorar la Casa Blanca para nueve presidentes, desde Harry S. Truman hasta Bill Clinton.
Además, Apfel participó de varios documentales sobre moda y fue jurado en el famoso reality de televisión Project Runway, el año pasado, como estrella invitada.
También hay un modelo de muñeca Barbie que la representa, con sus características gafas, obviamente. Y se crearon varios emojis que reproducen su cara en distintas expresiones. A pesar de su categoría de estrella, ídola de muchos jóvenes, Iris es una mujer sencilla, que derrocha simpatía y optimismo. Sin temor al ridículo, Iris asegura con respecto a sus atuendos que mezclan colores y texturas al por mayor que «más es más, menos es aburrido». Y aburrimiento no es una palabra que forme parte de su vida. Lejos de importarle las críticas, Iris supo remontar la mirada ajena y convertirse en referencia: no importa la edad para ser y mostrarse tal cual uno es.
Su impactante guardarropas formó parte del documental Bill Cunningham New York, realizado en 2010. Pero el mundo descubrió a esta extravagante mujer en 2005, cuando en el Museo Metropolitano de Nueva York se montó una muestra sobre ese vestuario y todos sus miles de accesorios.
La colección, descubierta casi de casualidad como un auténtico tesoro en su departamento de Nueva York, se llamó, como no podía ser de otra manera, Iris Apfel: Rara Avis. Así, a los 84 años, la fama de Iris comenzó a ascender y se hizo imparable, sumando seguidores alrededor del mundo, imantados por su imagen llamativa, sin ocultar la edad, y su simpatía a toda prueba. Iris nació en el barrio neoyorquino de Queens, el 29 de agosto de 1921, en una familia de clase media. Su mamá tenía una tienda de ropa y, desde ese momento, Iris comenzó a descubrir su amor por la moda. Hasta 1947 fue Iris Barrel y un año después se casó con Carl Apfel, de quien adoptó el apellido. Carl fue un comerciante textil y el matrimonio duró 67 años, hasta la muerte de él, en 2017, pocos días antes de que cumpliera 101 años.
La pareja fundó una empresa de decoración con la que trabajó en la Casa Blanca, realizando diseño de interiores para nueve presidentes estadounidenses, entre ellos Harry Truman, John F. Kennedy, Richard Nixon, James Carter, Ronald Reagan y Bill Clinton.
Ropa, objetos, muebles, accesorios, maquillajes, libros, películas, Iris probó de todo. Siempre con buen humor y rodeándose de gente joven. Según ella, ésa es una de las claves de su éxito, las mismas que guardan el secreto de su vital longevidad.
En el documental Iris, ella misma narra su historia, desde su infancia que transcurrió durante la Gran Depresión hasta convertirse, sin buscarlo, en una referente de la moda, pasados los 80 años, cuando las revistas especializadas y muchas marcas de primer nivel pusieron sus ojos en ella.
Las dificultades que vivió durante su infancia y adolescencia, en parte, impulsaron su creatividad para arreglárselas con lo que encontraba. Y asegura que ya, a los 11 años, descubrió su propio estilo.
Según Iris, es más importante el estilo que la belleza. «La belleza pasa y el estilo queda. Hay que ser curiosa y tener sentido del humor para vestirse. Mejor que ir a la fiesta es vestirse para la fiesta», declara.
La fama repentina que le llegó en la última etapa de su vida no le cambió sus hábitos, aunque sí activó su vida social, primero junto a su marido y, ahora, sola o en compañía de sus amigos.
«Me convertí en una estrella geriátrica. Mi marido y yo siempre nos reímos mucho con la situación. De pronto las revistas escriben sobre mí, pero yo no hago nada distinto a lo que vengo haciendo desde hace 70 años», cuenta.
Lo que Iris hace desde hace décadas, antes en su mundo privado y ahora ante la vista de millones de seguidores por todo el planeta, es combinar flores con cuadros, rayas con plumas, estampados con sombreros y gafas de colores, decenas de collares y anillos con pañuelos y zapatos originales. En su guardarropas conviven prendas y objetos de marcas Christian Dior, Lanvin o Versace, con otras compradas en ferias americanas y tiendas de segunda mano.
Derribando prejuicios, Iris también aconseja a quien se lo pida. «Las tendencias vienen y van», dice. «Me gusta la ropa atemporal, lo simple, lo que puedas llevar mucho tiempo, aunque actualmente todo es usar y tirar”.
