Hasta el próximo 23 de mayo, el Museo Guggenheim Bilbao presenta Kandinsky, una completa exposición de pinturas y obras sobre papel de Vasily Kandinsky (Moscú 1866 – Neuilly-sur-Seine, Francia, 1944), procedentes… principalmente de los extraordinarios fondos de la Solomon R. Guggenheim Foundation de Nueva York.
La exposición, patrocinada por la Fundación BBVA presenta la obra y evolución artística de uno de los principales renovadores de la pintura de comienzos del siglo XX, precursor de la abstracción y reconocido teórico de la estética. Kandinsky emprende una cruzada contra los valores estéticos convencionales de la época y plantea una nueva temática basada exclusivamente en la “necesidad interior” del artista, en su anhelo de un futuro más espiritual a través del poder transformador del arte. A medida que sus contornos caligráficos y formas rítmicas revelan cada vez menos rastro de sus orígenes figurativos, Kandinsky comienza a desarrollar la abstracción y a formular lo que denomina “el oculto poder de la paleta”. Para el pintor ruso, incluso las formas más abstractas poseen contenido expresivo y emocional: el triángulo encarna acción y agresividad; el cuadrado significa paz y calma; y el círculo, el reino de lo espiritual y lo cósmico.

Vidarte ha destacado que esta exposición es «muy importante para el museo bilbaíno porque Kandinsky fue un precursor de la idea del arte como eje transformador, algo que lo vincula a este museo, que también nació con esa vocación».
Kandinsky, reconocido teórico de la estética, se marcó en su obra como objetivo «liberar a la pintura de sus vínculos con el mundo natural», para lo que emprende una cruzada contra los valores estéticos convencionales y le llevó a descubrir una temática nueva basada exclusivamente en la «necesidad interior» del artista, en su anhelo de un futuro más espiritual a través del poder transformador del arte.
De esta forma, a medida que sus contornos caligráficos y formas rítmicas revelan cada vez menos rastro de sus orígenes figurativos en sus etapas artísticas iniciales, Kandinsky comienza a desarrollar la abstracción y a formular lo que denomina «el oculto poder de la paleta».
Para Kandinsky incluso las formas más abstractas poseen contenido «expresivo y emocional», donde el triángulo encarna acción y agresividad; el cuadrado significa paz y calma; y el círculo, el reino de lo espiritual y lo cósmico.
La muestra repasa desde sus inicios durante la década de 1900 y comienzos de la de 1910, mientras se encontraba en Múnich, y donde empieza a explorar las posibilidades expresivas del color y la composición.
En ese sentido, y tal y como ha explicado la curator del Guggenheim Bilbao que ha sustituido a Fontanella en la presentación, Lekha Hileman Waitoller, a Kandinsky «le interesaba la idea del color y cómo puede producir o reflejar sentimientos».
Waitoller ha señalado que Kandinsky «sin duda marcó un camino a todos aquellos que trataron de pintar de otra manera, sin vínculos con este mundo sino con el mundo de lo espiritual». Kandinsky pensó que el artista podía aportar algo de su espíritu y que eso podía salir y estar presente en sus obras como algo personal, y es por eso que sigue siendo un siglo después, alguien tan importante en la evolución de la pintura».
Hacia 1913 ya quedan sometidos a la línea y el color los temas recurrentes en su obra, como el caballo y el jinete, las colinas onduladas, las torres y los árboles. A medida que sus contornos caligráficos y formas rítmicas revelan cada vez menos rastro de sus orígenes figurativos, Kandinsky comienza a desarrollar la abstracción y a formular lo que denomina «el oculto poder de la paleta».
El industrial y fundador del Museo que ostenta su nombre, Solomon R. Guggenheim, empezó a coleccionar el trabajo de Kandinsky en 1929, y su entusiasmo por el arte moderno le lleva a inaugurar en Nueva York en 1939 el Museo de pintura no objetiva (Museum of Non-Objective Painting), precursor del Museo Solomon R. Guggenheim. Hoy en día, la Fundación Guggenheim posee más de 150 piezas del artista.
En su último período, Kandinsky sintetiza elementos anteriores de su carrera, de su paso por la Bauhaus y de la práctica de sus coetáneos. Trabaja en formatos de gran escala y emplea fondos oscuros reminiscentes de sus lienzos expresionistas y de sus obras sobre leyendas rusas. También incorpora motivos que aluden a los surrealistas que siguen en activo en París, donde residió sus últimos 11 años de vista y pese a su resistencia a asociarse con este movimiento.
A mediados de 1942, las penurias de la guerra llevan al artista a realizar pequeñas obras sobre tabla, muy alejadas de los grandes lienzos de su anterior trabajo en París. Sin embargo, Kandinsky continúa creando composiciones imaginativas que reflejan cada vez en mayor medida su interés por las ciencias, extrayendo inspiración de revistas y enciclopedias que incluyen ilustraciones relacionadas con la biología.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades alemanas confiscan la obra de Kandinsky y la de otros pintores modernos, declarándola como «arte degenerado». Los estalinistas de la Unión Soviética clausuran museos y envían las pinturas de Kandinsky a los almacenes. El artista falleció en 1944 a la edad de 78 años, dejando tras de sí una prolífica obra.
Donde: Museo Guggenheim
Cuando: Hasta 23 de mayo
Cuanto: Desde 13€