Yayoi Kusama es una artista y escritora japonesa, precursora de los movimientos del arte pop, minimalismo y arte feminista. Es la artista más extravagante, fotografiada y… cotizada. A sus 91 años expondrá en los próximos meses en Londres, Berlín, Basilea y en el Nueva York que la vio triunfar cuando fue Warhol antes que Warhol.
Nació en Matsumoto, Japón el 22 de marzo de 1929. Tras una dura infancia de la que heredó muchos traumas personales, la artista comenzó a sufrir alucinaciones visuales y auditivas por lo que decidió separarse por un tiempo de Japón. A principios de los sesentas se mudó a Nueva York donde se convirtió en un elemento fijo del avant-garde y expuso junto a otros artistas como Andy Warhol, Claes Oldenburg y George Segal. Sin embargo, cuando realmente llamó la atención fue al organizar una serie de happenings en donde pintaba a personas con lunares brillantes.
Yayoi Kusama tiene 91 años y ha vivido al menos cuatro vidas. La última empezó en 1977, cuando el trastorno obsesivo que le perseguía desde niña se le hizo insoportable y se recluyó voluntariamente en una institución psiquiátrica de Tokio. Renunciaba así al afán de notoriedad que tanto le había perturbado en su juventud. Pero no a su arte: su forma de afrontar y de liberarse de sus demonios interiores y única vía hacia la sanación. Cada mañana, desde hace más de cuatro décadas, se encamina al estudio, que está al otro lado de la calle, trabaja con su equipo diez horas al día y al atardecer regresa al hospital. Desde ese espacio de seguridad ha pasado de la oscuridad a convertirse en la artista favorita del mundo, la más codiciada en los museos y la que alcanza precios más altos en el mercado.
En los próximos meses, le aguardan exposiciones en el Jardín Botánico de Nueva York, la Tate de Londres, el Gropius Bau de Berlín, el Ludwig de Colonia o la Fondation Beyeler de Basilea. Y, como viene sucediendo en los últimos años allí donde se presenta, millones de personas volverán a hacer colas para quedar sensorialmente atrapados –y hacerse un selfie– en sus hipnóticas habitaciones de espejos, luces de colores, calabazas alucinatorias y lienzos de lunares infinitos. Una encuesta realizada en el 2014 en museos de todo el mundo revelaba a Yayoi Kusama como la artista favorita del mundo. La que más público atrae a sus exposiciones. Un fenómeno de multitudes que para el crítico de ‘The New York Times’ Jason Farago sería el equivalente artístico de los estrenos de ‘Star War’s. La artista de la peluca roja cuenta con un museo propio de cinco plantas en Tokio y una multitud de seguidores en todo el mundo.
Muchos han de hacer colas durante horas para poder disfrutar apenas 45 segundos de una de sus Infinity rooms (absorbentes y perturbadoras habitaciones de espejos, que se multiplican en bosques de luz brillante). Aparte de las exposiciones, en el 2019 se montaron una veintena de versiones en todo el mundo. Algunos atribuyen la fiebre Kusama a Instagram y su capacidad propagadora, con miles de jóvenes haciéndose ‘selfies’ que luego navegan por las redes. Pero tampoco hay que obviar la astuta labor de marketing de la propia artista, que de manera deliberada ha hecho de su obra y su imagen una marca reconocible de pintalabios a camisetas, pasando por automóviles o colecciones de moda para Louis Vuitton. Montó temprano una campaña para conquistar el mundo del arte y ha ganado.