El Consulado fue suprimido en 1829, pero ello no supuso la desaparición de uno de sus símbolos, como lo fue la falúa.
En 1511, mediante Provisión Real de Doña Juana, se crea el Consulado, Casa de Contratación, Juzgado de los hombres de mar, tierra, y Universidad de Bilbao. Fue la Institución encargada de regular el comercio en el Puerto y Ría de Bilbao, de proyectar y ejecutar las infraestructuras viarias y portuarias, de programar los estudios de navegación y de formar a capitanes y pilotos. La falúa del Consulado de Bilbao fue una magnífica obra festivo-naval dentro del pobre panorama artístico de la fiesta barroca vizcaína, manifestación manipulada empleada por el poder para persuadir a sus subordinados de la engañosa bondad de su gobierno gracias al continuo halago de los sentidos. La falúa con sus tercio- pelos, damascos rojos, su carroza dorada, los munícipes con sus trajes de golilla… se convirtió en el más hermoso acicate visual de la fiesta en sus desplazamientos por la ría.
El poder del Consulado se manifestaba en los actos oficiales y festividades de la Villa de Bilbao, en los cuales tomaba protagonismo la falúa, que conducía a la comitiva de autoridades en su recorrido por la Ría. Los símbolos del poder local y consular quedaban patentes en su ornamentación, mediante la representación pictórica de estandartes, escudos, tambores, etc. El Consulado de Bilbao mantuvo el derecho de jurisdicción sobre la Ría, ocupándose de su cuidado y conservación. Anualmente, el Consulado realizaba una procesión por la Ría a bordo de la falúa afirmando así su territorio marítimo.