Algunas curiosidades sobre Philippe Starck, diseñador de la Alhóndiga de Bilbao. Mucho se ha escrito en los últimos años sobre nuestra reformada alhóndiga, ahora renombrada como… Azkuna Zentroa, pero quizás la gran mayoría de los bilbaínos no saben casi nada acerca de su creador, el curioso y polifacético diseñador Philippe Starck.
– De Philippe Starck se dice que es un genio, pero también un hombre bastante excéntrico. Es verdad que su personalidad y su trabajo cuentan con tantos admiradores como detractores, pero lo que nadie discute es que este francés, nacido hace 67 años en París, es un diseñador e inventor inagotable.
– Sus primeros trabajos importantes los realizó en la década de los 70, decorando algunas de las salas de fiesta más populares de la noche parisina de la época. Pero fue en 1984 cuando alcanzó la fama y el reconocimiento definitivo al recibir el encargo del presidente de la República francesa, François Miterrand, para renovar la decoración de sus dependencias privadas del Palacio del Elíseo.
– Como diseñador, es un hombre que no teme a la escala ni a la complejidad de sus requerimientos. Su cartera de proyectos es tan amplia que cuesta asimilarla. Lo mismo se enfrenta a faraónicos proyectos arquitectónicos, como a pequeños proyectos de interiorismo.
– También es un polifacético diseñador de producto. Muchos de los muebles que nos rodean, de las lámparas que nos alumbran o de los objetos que usamos tienen su firma. Algunos tan cotidianos y aparentemente triviales como pueden ser un cepillo de dientes o un colador de pasta, pero también colecciones de gafas, relojes de última gama, calzado innovador, mobiliario urbano,… No hay campo que se le resista.
– Uno de estos pequeños diseños que le hicieron saltar a la fama internacional fue el del exprimidor de cítricos Juicy Salif, para la firma Alessi. Cuenta Philippe que en el verano de 1989 se encontraba comiendo junto a su familia en un restaurante de la isla Capraia, cerca de Córcega. Allí utilizó una de las servilletas de papel del establecimiento para realizar los primeros bocetos del utensilio de cocina, inspirado en el limón que acababa de exprimir sobre un plato de calamares. Una historia mundana para el que hoy está considerado como uno de los grandes iconos del diseño industrial del siglo XX.
– Philippe Starck también siente pasión por la automoción, probablemente influenciado por su padre, que era aeronáutico. Así que, para sorpresa de muchos, también es diseñador de bicicletas, motos, coches, impresionantes yates y todo tipo de vehículos fantasiosos que uno pueda imaginar. Sin olvidar que anduvo involucrado en la dirección artística de proyectos de viajes al espacio.
– Philippe Starck es pionero en defender la libertad de creación y el diseño democrático. Teóricamente, según palabras del diseñador, todos sus proyectos buscan “aumentar la calidad de los objetos para bajar los precios con el fin de ofrecer lo mejor a la mayor cantidad de personas posible”, alejando la idea popular de que el buen diseño está reservado para la élite. Además, dice ajustarse siempre a su propia carta ética, la cual le impide trabajar para “las armas, los alcoholes fuertes, el tabaco, el juego, la religión, las compañías petroleras, ni nada procedente del dinero sucio”.
– Volviendo al encargo de Starck en Bilbao, como curiosidad contaros que su colaboración con la corporación municipal duró casi una década. Los primeros trabajos de demolición de la alhóndiga arrancaron en el año 2002. Tuvieron que pasar más de dos años hasta que el Ayuntamiento de Bilbao contactó, por primera vez, con Philippe Starck. Fue entonces, en el 2004, cuando el arquitecto francés realizó su primera visita a la alhóndiga y firmó el contrato para encargarse de la arquitectura y del diseño del edificio. En el 2007, Philippe Starck presentó en sociedad los interiores de la alhóndiga, pero haría falta esperar hasta el año 2010 para que los bilbaínos viéramos finalizadas todas las obras del viejo almacén de vinos y aceites, reconvertido en el espacio que hoy todos conocemos.
– Por cierto, y como apunte final, comentar que al contrario de lo que mucha gente piensa, detrás del diseño de las 43 columnas del Azkuna Zentroa no se esconde la cabeza pensante de Philippe Starck, sino la del escenógrafo italiano Lorenzo Baraldi. Éste las creó con la intención de simbolizar la infinidad de culturas, arquitecturas, guerras y religiones que han modelado al hombre a lo largo de la historia y para ello tuvo en cuenta la romántica reflexión que le había transmitido Philippe Starck con anterioridad: “Tras las columnas se esconde, se enamora, se besa… Tras las columnas se espía, se mata, nace una cita…”