Un desierto en el sur de Navarra
¿Alguna vez has soñado con visitar un paisaje desértico como los de las películas americanas? ¿Pasear por el desierto de Arizona? Sólo tienes que acercarte al sureste de Navarra, cerca de Tudela, y visitar el Desierto de las Bárdenas Reales.
Se trata de una reserva de la biosfera con más de 40.000 hectáreas de paisaje semidesértico. Sus suelos de arcilla, yesos y piedra rojiza se han ido erosionando durante siglos por la fuerza del viento y el agua dando lugar a un paisaje repleto de mesetas, barrancos y verdaderos monumentos de la naturaleza. El más conocido es el Cabezo de Castildetierra, una formación rocosa en forma de pináculo, resultado de la erosión, que se ha convertido en icono del parque. El parque se divide en tres zonas: el Plano, la Bárdena Blanca y la Bárdena Negra.
El Plano es una extensa meseta de unos 100 metros de altitud situada al norte. La Bárdena Blanca, la más famosa, se localiza en el centro del territorio, en el área más desértica. El yeso de su suelo aporta un color blanquecino a un espacio de grandes llanuras del que emergen imponentes cabezos como el que hemos mencionado de Castildetierra o el de Pisquerra. Si os gustan los animales, dentro de esta zona se encuentra el Rincón del Bú, un lugar de anidamiento de numerosas aves, algunas en peligro de extinción como el águila real, el alimoche o el búho real.
Por último, en la frontera con Aragón, está la Bárdena Negra. Es una zona cubierta por vegetación formada por mesetas y pequeños barrancos.
Para visitar el parque, se pueden escoger diferentes métodos: a pie, a caballo, en bicicleta o con vehículos a motor. Tiene algunas restricciones en cuanto a la ruta, ya que está declarada reserva natural de la biosfera por la UNESCO. Podéis consultarlas en la web oficial.
Si queréis vivir una experiencia completa os recomendamos alojaros en un maravilloso hotel a cinco minutos de las Bárdenas. Se trata de “Aire de Bárdenas”, un pequeño hotel que ha sido galardonado con veintiséis premios de arquitectura e interiorismo. Tiene tres tipos de habitaciones, cada cual más impresionante. Por un lado los “cubos” con vistas al desierto, o cubo con bañera exterior y patio privado. Por otro, las “burbujas”, donde poder ver las estrellas desde la cama y disfrutar del silencio del desierto.
Además, el hotel cuenta con un restaurante donde podréis degustar verduras de temporada de su propia huerta.