La iglesia parroquial de San Antonio Abad, popularmente conocida como San Antón, se encuentra en uno de los parajes de mayor solera y protagonismo de la historia de Bilbao.
A los pies del templo se levanta el coro del último cuarto del siglo XVI. Poco después de finalizarse el coro se realizó un nuevo retablo para el presbiterio, del que hoy tan sólo se conservan las tallas de los apóstoles San Pedro y San Pablo y dos relieves que representan el Lavatorio de los Pies y La Última Cena. Estas imágenes fueron realizadas por el escultor Esteban de Velasco. En 2003, tras la restauración del templo, se recompuso el retablo aprovechando estas piezas y añadiéndoles una serie de tablas pintadas por Iñaki García Ergüin, en las que se representan la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, su Bautismo, la cena de Emaús, la Ascensión, el Pentecostés y la Asunción de la Virgen.
En el exterior de la iglesia de San Antón destaca su portada, que se sitúa en el lado norte y que se acoge bajo una peculiar tribuna, obra de Juan de Láriz de 1559. Desde este privilegiado balcón asistían a los espectáculos celebrados en la Plaza Vieja los miembros de la corporación municipal, cuya sede estaba inmediata al templo. Esta excepcional portada fue trazada por el maestre Juan de Garita en 1544. Según las recientes excavaciones realizadas en el interior del templo, la ocupación de este solar podría remontarse incluso a un siglo antes de la fecha de la fundación de la Villa por Diego López de Haro en el año 1300.
Al igual que sucede con la portada, también el campanario busca una ubicación que no obstaculice el antiguo paso al puente (hoy al otro lado del templo). Las últimas incorporaciones al templo por su exterior son el pórtico, la sacristía y los despachos, que rodean la iglesia por el muro este. Fueron realizados en 1902 según diseño del arquitecto Enrique de Epalza, que escogió el estilo neogótico para conseguir una integración armónica con el bloque del edificio.